Testimonio de Doña Encarna Rabanal
Santander, escrito
en este mismo año y con un gran valor ya que relata las vivencias como alumna
de Elisenda pero bajo el prisma de ser, hoy una destacada Maestra, lo que le
hace saber valorar aún más las cualidades que de mi madre resalta. Quiero desde
estas líneas agradecer públicamente a Encarna Rabanal Santander, las palabras
que con el mayor cariño le ha dirigido a Elisenda, Gracias Encarna.
Esta son sus palabras:
A MI MAESTRA, DOÑA ELISENDA
Badajoz, años cincuenta, Escuela Aneja de
Niñas “Ntra. Sra. de Guadalupe” que estaba en la calle Abril.
La Escuela era una casa normal pero
bastante grande. En la llamada “cochera” estaba la clase de las párvulas, como
antes se decía.
Mis recuerdos son claros como si hubiera
sido ayer y eso que ya han pasado años.
Comenzaba un día cualquiera de la Jornada
Escolar. Las niñas hacíamos la fila en la acera. Entrábamos y, en el pasillo,
rezábamos y cantábamos el Himno Nacional con una letra religiosa y con la
Bandera extendida. A continuación, cada curso,marchaba a sus respectivas
clases. Las mayores recorríamos un trayecto más largo ya que nuestra clase
estaba situada en el segundo piso, al lado de una azotea.
No era un lugar idóneo para dar clase, en
invierno frío y en verano calor pero no tengo la sensación de haberlos sufrido.
Nuestra maestra, DOÑA ELISENDA, en mis
recuerdos, la veo no demasiado alta, con gafas y siempre solícita y amable con
sus alumnas.
No recuerdo un castigo impuesto por ella
sino correcciones razonadas cuando tenía que hacerlo.
DOÑA ELISENDA, era una gran mujer, en toda la extensión
de la palabra y una maestra con una formación exquisita.
Lo más importante es que sabía enseñar,
sabía transmitir sus conocimientos de una manera amena y siempre nos animaba a
continuar nuestros estudios.
En la enseñanza de la Lengua Española era
estupenda, ahora lo reconozco ya que yo también he dedicado mi vida a la
enseñanza y sé lo complicado que resulta enseñar a los niños y niñas a escribir
bien, a redactar.
La Historia, la Geografía y las demás materias,
no tenían secretos para ella.
Apuntes y Mapa de España eran los recursos
que utilizaba. Nos sabíamos de memoria todas las cordilleras con sus sierras,
picos, puertos incluidos, ríos afluentes, lagos…Estos conocimientos me
sirvieron siempre en mis estudios posteriores.
Eran los años de la leche en polvo y del
queso americano. DOÑA
ELISENDA, por la mañana, hacía y nos repartía la leche y por la tarde nos daba
el queso de la merienda. Parecíamos una gran familia. DOÑA ELISENDA sabía un rato ya que tenía
siete hijos.
El local de la clase nos daba cierta
independencia por ser las mayores y por su aislamiento de las demás clases.
Nunca aprecié en DOÑA ELISENDA una mala cara, no alzaba la voz pero
sus palabras infundían respeto y se escuchaban con atención e interés.
Fueron para mí unos años felices a pesar
de los apuros que se pasaban.
En aquellos años, a la Escuela Pública,
iban los niños y niñas con menos recursos, la Escuela Añeja, rompió los moldes
por el prestigio ganado a pulso, debido a las buenas maestras que tenía y entre
las que se encontraba DOÑA ELISENDA como una de las mejores.
Cuando acabé mis estudios primarios, fui
al Instituto, las alumnas de la Aneja teníamos fama de ir bien preparadas,
sobre todo, en Lengua y todo gracias a DOÑA
ELISENDA.
Lo mismo que ella, yo también he dedicado
mi vida a la enseñanza y puedo decir que, a DOÑA ELISENDA, debo haberme
dedicado a esta profesión.
Mi reconocimiento más sincero a esta gran
mujer y gran maestra que nos transmitió además de los conocimientos, unos
valores que ayudaron a todas sus alumnas a ser personas responsables y buenas
ciudadanas.
GRACIAS MAESTRA